domingo, 29 de abril de 2012

Por algo hay que empezar


Cuando estaba en segundo de periodismo una profesora nos soltó una frase en clase, de esas que no se olvidan. Era algo que sabíamos todos cuando nos matriculamos el primer día, y si alguien no lo sabía era un iluso. Nos dijo que no estábamos preparándonos para ser grandes periodistas, sino obreros de la información. Nosotros no íbamos a ponernos delante de una cámara cada día a explicar qué va mal en el mundo, o como algunos pensaban, a cambiarlo. Trabajaríamos ocho horas al día, redactando, copiando, pegando, reescribiendo, revisando, contrastando y puliendo información de y/o para otros. En definitiva, seríamos obreros, no comunicadores. Para eso están los actores, los locutores, los creadores de opinión y toda esa gente mucho mejor preparada, más guapa y con más experiencia que nosotros. Aunque todos mis compañeros, y yo el primero, procurábamos obviarlo, o incluso olvidarlo, esperando ser una de las excepciones que confirmase esa regla.

¿Y sabéis qué? Que es igual con los tebeos. No todos los guionistas son Alan Moore. Los cómics salen todos los meses, todas las semanas, y no todos los escribe tu guionista favorito, no todos son sobre tu personaje favorito. ¿Entonces quién escribe esos cómics? Guionistas obreros.

¿Alguna vez habéis visto el guión de un tebeo? Seguro que os habéis comprado alguna de esas ediciones especiales en tomos enormes de Planeta, y os habéis sentido engañados porque la mitad de las páginas son relleno con extras. Echadle un vistazo a esos extras porque suele haber muestras de guiones.

Un guión de un cómic no es tan sencillo como lo que vengo escribiendo yo para los pocos tebeos que (me) he publicado. Hay muchas cosas que yo no tengo en cuenta. Tienes que saber cuántas acciones entran en cada escena, porque si en una viñeta escribes que el mismo personaje coge la cafetera, echa café y la pone al fuego, son tres acciones distintas que el dibujante es incapaz de representar en el mismo espacio. Tienes que tener en cuenta el número mínimo y máximo de palabras que puedes introducir en un globo de texto sin distorsionar la narración, teniendo en cuenta el número de viñetas, tamaño de página, y por supuesto, estilo del dibujante. Y a la vez tienes que ser capaz de elaborar una historia de manera automática para que funcione y sea inteligible con cualquier dibujante. Y sobre todo, tienes que ser capaz de escribir. Tienes que entrenarte para escribir y escribir todos los días, porque si no, el día que no tengas ideas, vas a ser incapaz. Tienes que conocer al dedillo todas las situaciones de ficción (o reales) básicas, desde el chico conoce a chica hasta la invasión extraterrestre, y tienes que haberlas visto y leído en cómics, novelas, cine, obras de teatro... Tienes que entenderlo todo.

Tienes que ser capaz de escribir 24 páginas en mes, o 48, o 96, o las que sean necesarias. Y para eso hace falta preparación. Hace falta estudiar los cómics que lees, hace falta escribir mucho, y hace falta tener un ritmo de trabajo.
¿CÓMO QUE TENGO QUE ESCRIBIR TODOS LOS DÍAS?

De esas tres cosas, yo hago la primera bastante, la segunda a medias y la tercera nada. Y me hacía llamar guionista...

Así que me tengo que obligar a escribir tebeos y sobre tebeos todos los días. Por eso tengo un blog, por eso tengo este blog. Por eso tengo que escribir. Por eso tenéis que comentar para subirme el ego, animarme a continuar y echarme la bronca si un día fallo. No escribiré todos los días, al menos no aún. Pero voy a intentarlo. Voy a leer, analizar y estudiar tebeos, y otras cosas que crea que pueden ayudarme a desarrollar mejor mis (escasas) capacidades narrativas. Voy a diseccionar y a investigar sobre historias que me interesan, de la forma en que a mi me ayuda hacerlo, y también voy a opinar sobre ello. Y probablemente no sea del agrado de todos, así que nadie está obligado a quedarse. Esta es mi declaración de intenciones.

Sería completamente feliz si algún día pudiera convertir esto en mi oficio. Me sentiría lleno incluso aunque fuera un obrero y no un artista, si fuera un Scott Lobdell (Zeus me perdone) y no un Alan Moore (o mejor dicho un Mark Waid).

Terminaría haciéndolo mal, claro. Pero que no sea por no haberme preparado.

8 comentarios:

  1. ¡Segundo!

    (Ala, ya me tienes trolleando)

    PD: Mmmm. Duda que me surge al leerte. ¿Waid o Moore?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Moore... pero me "comparo" con Waid porque es un ser humano al que puedo emular. No oso ni pensar que pueda escribir con una fracción de la genialidad de Moore.

      Eliminar
  2. No imponerse un ritmo de trabajo ferreo es la forma perfecta de empezar fracasando. No todos los días. Ok. ¿Qué días? Actualiza a un ritmo fijo que te obligue a sentarte o lo acabarás lamentando.

    Para todo lo demás, aquí estaré, a ver que te cuentas.

    ResponderEliminar
  3. Ahí estamos, jefe, joder!! Ánimo con ello!! Yo hago lo mismo con las viñetas, tenemos que entrenar para salvar el mundo junto a nuestros digimon!! VAMOOS!! ÒnÓ

    ResponderEliminar
  4. La potencia sin control no sirve de nada. Y tú controlas, tronco.

    ResponderEliminar
  5. Esa profesora os trolleó pero bien, esas cosas se dicen el primer día de primero, no en segundo. Yo habría dejado la carrera.

    ResponderEliminar